viernes, 10 de junio de 2011

"JESUCRISTO, EL MEJOR CIMIENTO PARA LA VIDA".

Mateo 7:21-27.
El pasaje pasaje del Evangelio del que hoy nos referimos, es la ultima parte del "Sermón del Monte" y termina con unos constrastes: "el que me dice Señor, Señor... y el que hace la voluntad del Señor", el primero esta en la misma condición del que rechaza a Jesús. Es la mentable pero muchas veces quisiéramos un cristianismo que nos permitiera elegir el momento en el que podemos obedecer y el que no.
El Evangelio nos dice claramente que en el Reino de Dios no hay "medias tintas", no vasta con levantar la mano para seguir a Jesús o ir al reclinatorio en la Iglesia; eso solo sería el inicio; despues, sigue el camino estrecho, el discipulado con todas con todas sus disciplinas y exigencias, sin éstas no es posible un cristianismo verdadero.
Asi mismo, advertimos otro contraste, en los dos hombres que edificarón cada uno su propia casa, a uno se le reconoce como prudente y a otro como insensato, uno construyo sobre la roca y el otro sobre la arena, la del primero resistió las inclemencias del tiempo y la del segundo hombre que construyo sobre la arena no. La enseñanza es que por naturaleza el ser humano es constructor, construye desde casas humildes hasta grandes y sorprendentes edificios, construye sueños, proyectos, pero todo tiene un final. Lo unico que puede perdurar es lo que se cimienta sobre "La Roca de la Eternidad" como lo afirma el apostol: "Nadie puede poner otro fundamente que el que está puesto, el cual es Jesucristo" (1era de Corintios 3:11).
Es este un buen momento para mirar y analizar y darnos cuenta si realmente somo de los que hacen la voluntad de Dios o solo nos limitamos a decir Señor, Señor, y como constructores, ¿Cuál es el fundamento de nuestra vida?, ¿Será este capaz de resistir los embates cotidianos?. 

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