"Juan 14, 1-12"
En la lectura de las Sagradas escrituras la Biblia, Jesús sigue preparando a sus discipulos para cuando ya no esté, y toca dos temas importantisimos para afirmarlos en la vida de fé: El primero es la afirmación de que amar a Jesús y guardar sus mandamientos, van de la mano; si bien es cierto que Jesús no da como condición guardar sus mandamientos para amarnos, pues el nos ama tal y como somos, sin embargo, esto no implica que hemos de ignorar sus mandamientos deliberadamente. De ahí que es importante no confundir que la vida cristiana consiste en creer en una serie de reglas y mandamientos, como un sistema moral, sino el vivir plenamente el amor de Dios en Cristo su Hijo, que es quien da la vida y no las leyes; pero tampoco creamos que los mandamientos nada tiene que ver con la fé centrada en Jesús, pues no se trata solo de proclamarse cristiano, el hecho está en que la veracidad del amor profesado a Jesús ha de verse en obedecer su voluntad y cumplir sus mandamientos. El segundo tema es sobre la promesa de Jesús de enviar al Espiritu Santo "El Paráclito" (El Defensor). Esta designación infiere "estar junto a", sí, el Espiritu a eso viene para: "que siempre con nosotros". El trato entre Jesús y el Espiritu es muy cercano, esto es, que quien tiene al Espiritu, tiene a Jesús; y vive en comunion con el Padre, quien ve a uno ve al otro. Por lo tanto, como discipulos en Jesús, la relación con l Padre y con el Espiritu es igual de cercana. Todo esto culmina en el hecho práctico de que quien ama a Jesús y guarda sus mandamientos es amado tanto por Jesús como por el Padre y afirmado por el Espiritu Santo. Estar junto al hermano es lo que nos pide el Señor, recibir la promesa del Espiritu debe hacer que nos convirtamos en los mas cercanos, acompañantes y consoladores de aquellos que nos necesitan. Estamos llamados a servir a los demas, vivir y compartir con los otros; sí Jesús no nos deja huerfanos, tampoco nosotros debemos abandonar a los que requieren de nosotros.
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